Había una vez un joven llamado Peter que era conocido en todo el mundo por su velocidad sin igual. Peter era un joven valiente y siempre estaba dispuesto a defender a los más débiles. Un día, Peter recibió una noticia que le puso los pelos de punta: el malvado Doctor Omnisciente había llegado al pueblo donde vivió su infancia y estaba sembrando el caos y el terror entre sus habitantes.
Peter decidió que tenía que hacer algo para detener al Doctor Omnisciente. Se acercó sigilosamente a su escondite y lo encontró en una sala repleta de extrañas máquinas y robots. El Doctor Omnisciente, al ver a Peter, se rió maliciosamente y le lanzó un rayo láser.
Peter esquivó el ataque y comenzó a correr alrededor de la sala, saltando por encima de los robots y evitando los ataques del Doctor Omnisciente. Peter era demasiado rápido para que el Doctor Omnisciente pudiera atraparlo, y su estrategia consistía en desgastar al Doctor Omnisciente hasta que cometiera un error.
Finalmente, el Doctor Omnisciente cayó en la trampa de Peter, empezó a marearse y calló al suelo Peter aprovechó la oportunidad para derrotarlo cogiéndole el arma. El Doctor Omnisciente intentó huir, pero la población no le permitió salir. Al final, el Doctor Omnisciente se rindió quedó encerrado en la cárcel durante mucho tiempo, pero un día el Doctor Omnisciente consiguió escapar, marchándose lejos de aquel pueblo.
Peter había salvado al pueblo y sus habitantes estaban agradecidos por su valentía y su astucia. Desde ese día, Peter se convirtió en el protector del pueblo y del Doctor Omnisciente nunca volvió a ser visto en la zona. Peter había demostrado que, aunque fuera solamente un chaval, podía mantener a salvo a las personas que más amaba.